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UniF
La Biblioteca Fabularia
TEATRO DE CUENTOS / ACTO 42 / ESCENA 3
Macedonio y Los Seres del Libro Imaginario
EL COMBATE DE SAN LADILLO
EL COMBATE DE SAN LADILLO
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pasadyescuchadporplis.
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Mire, ando esta noche las calles repartiendo volantes. Ando las calles del centro, montado en el móvil bicíclico, con un puñado de volantes en la mochilla.
Pasa que pasa que hace apenas quince días hicimos pública la investigación sobre la batalla de San Ladillo y los ocultamientos que caen sobre su historia y ya hemos recibido amenazas que nos inducen a abandonar el asunto.
Y esto no es todo, las amenazas han mutado en hechos concretos.
Pasa que pasa que hace un par de días el flaco Luis llegó con su chillante sirena en la espalda y después del tradicional introito “Cacho Cacho estamo todo loco o pasó una hormiga” se despachó anunciando: “Loco, se afanaron la guitarra negra”.
Es así, las amenazas mutaron en hechos: Han secuestrado nuestra guitarra negra. El instrumento que canta y cuenta las historias que habitan la oscuridad de la luz.
La guitarra negra desapareció en el averno de una conocida casa de música de esta ciudad de la Rosa y el Río, cita en calle San Martín casi esquina Mendoza.
Los que atienden esta casa y en una clara paradoja con el nombre del comercio, nada tienen de “líricos”. Estos sujetos de “lírica” sospechosa, al ser descubiertos, aducen que la guitarra negra ya no obra en sus dominios y, reconociendo actos fraudulentos, se niegan a devolver el instrumento secuestrado aduciendo que lo vendieron o lo regalaron.
El estado actual del proceso indagatorio no nos permite afirmar de modo rotundo si estamos enfrentando a la Mafia de Don Carlos, conocido propietario del negocio, o si el mismo es, al igual que nosotros, víctima del accionar de otros poderes.
Por eso ando la calle esta noche repartiendo volantes que buscan la guitarra negra robada.
Oyentes de alma cyrana: rogamos vuestra colaboración. Si validamos el decir de estos sujetos; esto es, que la guitarra negra ya desapeció de la mencionada casa de música, es posible que la misma ande en manos que, incluso, desconozcan los devenires del caso.
Por eso, si algún habitante de esta aldea recibió o compró una guitarra acústica negra, marca Faim, a los “líricos” del negocio de calle San Martín al 1200, le rogamos ponerse en contacto con nosotros.
Esta guitarra negra deviene de distantes encrucijadas fabularias. Esta guitarra negra ingresó a los universos fabularios en una calle de Adrogué, allá por los ochenta, frente a la estación del ferrocarril donde Borges fraguara cuchillos y compadritos. Esta guitarra negra acudió a la cita del Flaco Spinetta cuando el Viejo Luis, abrazado al infinito, nos decía:
“La luz está muda, ahora,
cuando resuena sin estrellas.
Y el campo se vuelve un papel orgánico
para desmenuzar la pequeña historia
del miedo a lo inmenso.”
Esta guitarra negra es hija putativa de aquella otra guitarra negra de Alfredo Zitarrosa, ésa de la cual, el viejo hablador de la noche, nos diera leyenda al decir:
“Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra...
Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa... Hoy por la tarde anduvo, entre papeles, averiguando cómo he sido, cómo ha sido mi vida, cuánto tiempo perdí, cómo escribía cuando había verduleros que venían de las quintas, cuando tenía dos novias, un lindo jopo, dos pares de zapatos, cuando no había televisión, ese mundo a los pies, violento, imbécil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un loco... Hoy anduvo la muerte entre mis libros buscando mi pasado, buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera, las siestas clandestinas, los plátanos del barrio, asesinados, tallados en el alma... Hoy anduvo la muerte revisando mi abono del tranvía, mis amigos, sus nombres,
Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra, guitarra negra...”
No sabemos si enfrentamos la mala “lírica” de vuestra casa, Don Carlos; pero sí sabemos, Don Carlos, y esto no es un “maldecir” sino un desear, que habrá un día donde usted enfrente los dislocados versos del Viejo Luis. Y escuche ahora, Don Carlos, lo que habrá de escuchar ese día:
“Sólo en la noche entornaré mis hendidos espejos.
Las clavijas deberán anunciarme las grietas,
las quebraduras.
El vacío interior.
Quizá con el tiempo
las estrofas y los versos se resequen…”
Mientras tanto nosotros, Don Carlos, seguiremos esperando el gesto de humanidad que nos regrese las cuerdas que usted se llevó.
Un saludo
Una reverencia
Me llamo Hernández, digo, Macedonio Hernández.
Y esto es un decir.
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EDICIÓN CYRANO
[DOMINGO 31 DE ENERO DE 2010]
¿Qué leves ánimas pueblan la noche del domingo?
¿Qué amores redimidos buscan refugio en las plazas desiertas?
¿Quiénes, en los abismos de una calle, fabulan lo que no ha sido?
¿Dónde se reúnen los sueños huérfanos de soñadores?
Cuando algunos domingos precipitan hacia el centro de la noche,
Macedonio Hernández mueve el alma de sus pasos
y regresa para contarnos…
[DOMINGO 31 DE ENERO DE 2010]
¿Qué leves ánimas pueblan la noche del domingo?
¿Qué amores redimidos buscan refugio en las plazas desiertas?
¿Quiénes, en los abismos de una calle, fabulan lo que no ha sido?
¿Dónde se reúnen los sueños huérfanos de soñadores?
Cuando algunos domingos precipitan hacia el centro de la noche,
Macedonio Hernández mueve el alma de sus pasos
y regresa para contarnos…
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1 comentario:
Habrá que continuar esta investigación. Le tiro un dato, supe tener, allá por la década del ochenta, ambas guitarras. Una me desapareció con los bártulos del viejo winco. La otra, la de papel, se fue aclarando de a poquito hasta hacerse ilegible.
Le dejo un saludo y una reverberencia
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