MICROMISTERIOS MACEDONIANOS | 11

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UniF
La Biblioteca Fabularia
TEATRO DE CUENTOS / ACTO 44 / ESCENA 12
 Misterios, Tusterios, Nuestrosterios

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COMERCIO DE ALMAS


Esta mañana de domingo, aprovechando las bondades climatológicas del día, decidí poner rumbo otra vez hacia el barrio del Saladillo a efectos de zanjar un enigma pendiente en nuestros micromisterios.
A saber: ¿Por qué se llama Fausta la Avenida Fausta?

Mientras pedaleaba hacia el barrio del Saladillo mi neurona construía hipótesis acerca del asunto.
Sigan ustedes conmigo la cadena semántica.
Digo Fausta y pienso en Fausto. Fausto, Fausto: palabra que en el canon etimológico latino se asocia al significado “feliz”. Sigo. Fausto de Goethe, Fausto el feliz: una saga de pactos. Mefistófeles hace un pacto con Dios y le apuesta que puede desviar del buen camino a su humano favorito Fausto (o sea, al “Feliz” cordero de Dios). Mefisto hace un pacto con Fausto. Ya sabemos cómo sigue el asunto donde la felicidad y la gracia (lo fáustico) devienen en tragedia. Pero no, me digo, paremos la mano con la tragedia. Voy camino a la Avenida Fausta, o sea, a la Avenida feliz. Por fin, me digo, pedaleo hacia una historia afortunada.

Llego al lugar y veo venir a un buen señor con una bolsa de compras colgando de su mano derecha. Aparco la bicicleta en el cordón y sin dejar el asiento del rodado, saludo al tipo, le cuento en qué andanzas me hallo y le tiro la pregunta de encuesta ¿sabe usted por qué esta avenida se llama Avenida Fausta?
Tonces, y ahí nomás, el tipo deja la bolsa en el suelo, lleva el dedo índice a su boca y me hace Shhh, “baje la voz, Avenida Fausta las petunias”, me dice. “Nada de fausta mi amigo, esta es una avenida infausta”. Y sigue: “Míreme, vengo de hacer un pacto. Mire nomás, en esta bolsa de compras traigo lo que tengo que pagar para tratar de recuperar lo que perdí”.

A la pelotita. Y me muestra: una botella de rosado dulce, un paquete de fideos cabello de ángel, un caldo de carne…
Y ahí recién recupero aliento para hablar “¿Cómo que infausta? ¿Será de Dió? Yo venía por una historia feliz, una historia fáustica y usted me viene con infaustas desgracias, viejo”.
“En fin. A ver mi amigo, cuénteme”.
Bajé de la bici, el hombre retomó su bolsa de mandados y nos fuimos caminando para el lado del arroyo. Y esto que sigue es, en brevedades, lo que me fue contado:

Se dice que en el barrio del Saladillo, por los márgenes de Avenida Fausta para más datos, deambulan dos chicas de la noche que devoran el alma a sus infortunados amantes.
Todas las noches, estas dos mujeres, hacen un pacto carnal con sus clientes y terminan comiéndoles el alma.

Pero el asunto sigue. Cuando llega el día, estas muchachas, atienden un negocio. En el rubro comercial del mismo se cifra su hacer de sombras. Pues estas chicas de la noche regentean un almacén.

Tal vez se pregunten ustedes, ¿y cómo se relaciona todo esto? Bien, pues parece que lo fáustico siempre nos lleva a una saga de pactos. Agreguemos entonces: chicas que en la noche hacen un pacto con sus amantes y les devoran el alma. Pacto nocturno.

Pero hay un pacto más, a la luz del día. Pues estas chicas regentean un almacén. Y ahí hay que volver a observar con detalle las palabras. ¿Por qué estas chicas tienen un almacén y por qué se dice que este negocio cifra su hacer de sombras?
Pues ocurre que estas chicas se dedican a “comer” almas en la noche y a “comer-ciar” durante el día.
Pero no cualquier “comer-cio”. Hablamos de un almacén.
Y un almacén, por si no se han dado cuenta, es un lugar de almacenar. Almacenar, suspiran las muchachas, almacenar: cenar alma. Almacenada: alma cenada.
Creo que ya adivinan cuál es el juego que practican están chicas con sus desgraciados clientes. Desgraciados, infaustos.

Por eso, y hablo ahora a los hombres que aún creen en la existencia del alma, se les recomienda huir de almacenes atendidos por chicas de la noche.

En fin. La cuestión es que mientras regresaba yo con el espíritu revuelto en estos juegos de palabras, recordé que no conseguí respuesta a mi pregunta original: ¿Por qué se llama Fausta la Avenida Fausta del barrio Saladillo?
Y como casi siempre, tuvieron que sacarme del berenjenal los oficios de la Rosario, nuestra hacedora de misterios de Manual escolar.
“Tranqui, Mace”, me dijo la Rosario. “Haga de esto el enigma con el que pueden jugar los oyentes de Edición Cyrano. Pásele la pelota a ellos”.
Y es así nomás. Ergo, les pregunto a ustedes oyentes de alma cyrana: ¿Por qué se llama Fausta la Avenida Fausta de Saladillo?
Y si quieren jugar con nosotros, la Rosario les agrega una buena pista que dice: “Partiendo de la calle Arijón puede llegarse a la Avenida Fausta”.

Dicho esto, estigmada muchachada del éter radiofónico, Macedonio Hernández da una pedaleada al costado y sigue.
Cualquier cosa, voy llegando.




Nota al pie del pedal:
Doña Fausta Coll fue la mujer de Manuel Arijón,
data célebre de la historia del Barrio Saladillo.

Imago ilustrata Comercio de Almas: Daniela Kovacic






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EDICIÓN CYRANO
[DOMINGO 05 DE SEPTIEMBRE DE 2010] 

Cuentan que el fin del mundo ocurrirá
cuando la razón ilumine el último de los misterios
que han dado sentido a la humanidad.

Dicen que Macedonio Hernández
anda tras esos misterios
que aún resisten en el alma de las ciudades.

Algunos creen que
intenta preservar el mundo de su ocaso.
Otros, que está apurando su final.


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2 comentarios:

D.R.Mourelle dijo...

Acá; la Colorada le manda un saludo a la bici del Macedonio, y tiene curiosidad por saber cómo se llama.

Epaaah...

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Sergio Francisci dijo...

A la bici del Macedonio suelen llamarla "la chueca" y en su andar lo demuestra.
Tiene, además, un delicado gusto por los charcos de agualluvia.