INVENTAR LA PÓLVORA [MicroMisterio]

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UniF
La Biblioteca Fabularia
TEATRO DE CUENTOS / ACTO 44 / ESCENA 17
 Misterios, Tusterios, Nuestrosterios

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INVENTAR LA PÓLVORA


Viernes. Horas de la mañana. Escuela Bafico. Virasoro entre Moreno y Dorrego. Campaña Oficial de Formación Educativa. Espacio áulico. Alumnos de nivel primario. Funcionaria Pública en uso de Monólogo Oficial. Un extra invitado sentado en el fondo del salón: Hernández, Macedonio.
Ya no importa la pregunta de aquel alumno. Significante me resulta la respuesta de la Funcionaria Púbica: “Yo (dijo ella) a tu edad pensaba lo mismo. ¿Pero sabés una cosa? Ya no hay misterios pibe, ya está todo inventado. Ya está todo hecho ¿Qué querés? ¿Inventar la pólvora?”. En ese instante, si esto fuese una película berreta, vendría la escena del eco: ¿qué querés, inventar la pólvora… ventar la pólvora… tar la pólvora… vora vora ora?

Ahora ya es domingo. Escuela Bafico. Virasoro entre Moreno y Dorrego. La Funcionaria Púbica y su Campaña ya no están. Los alumnos de nivel primario ya no están. El extra invitado sigue sentado en el fondo del salón: Hernández, Macedonio.

Desde el viernes en horas de la mañana no pudo abrir la boca para enunciar palabra alguna. Saca un celular de su cintura. Marca el número de una radio. Lo atienden. Y al fin, puede decir lo que dice ahora: Sí, señora funcionaria: quiero inventar la pólvora. Queremos inventar la pólvora. Y no solo eso, también queremos inventar todo lo inventado, todo lo que, según usted, no tiene misterio. Pare. Mire. Escuche: Le invento todo lo inventado, porque “tanto va el cántaro a la fuente que al final la seca”. Le invento, pare mire escuche: “En casa de herrero, cuchillo de pobre”.

Anote: “inventar la pólvora”. No use hojas con renglones que sirven para controlar su escritura. Escriba sobre una hoja en blanco, sobre una hoja sin rejas “renglonarias”.
Inventar la pólvora es revolucionar los monólogos impuestos. Imagine usted. Piense usted. Haga usted. No hay invento concluido: hay invento abandonado.

Busque el facebook de Edición Cyrano. Vaya, lea y relea la nota que le dejaron. Sí, la nota de ese tal Carlin. Lea usted o escuche: “La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos y temperamentos más reducidos, carreteras más anchas y puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos más pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes y familias más chicas, mayores comodidades y menos tiempo”. Invente la pólvora, llame ya para decirnos ¿a qué temperatura se evapora el agua?”

Haga Misterios, mi’ja, no Ministerios. Misterios, tusterios, nuestrosterios. Descubrir o inventar. Lo impuesto no se piensa. No vaya’ser que por pensar alguien descubra que puede pensar. Por feivor plis, invente la pólvora y descubra que puede.

Siga leyendo o escuchando al Carlin cuando dice: “Hemos multiplicado nuestras posesiones pero reducido nuestros valores. Hablamos demasiado, amamos demasiado poco y odiamos muy frecuentemente.
Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a vivir”.

Y le aseguro que no es nada fácil “soplar y hacer botellas”. Y hablando de cosas fáciles, dígame usted “¿a qué temperatura se evapora el agua?”. Dígame si cree, en verdad, que “el buey solo bien se lame”. Le aseguro que el pobre buey no acompaña su refrán.

Considere usted si es ciertamente posible vivir “en una nube de pedos”.
Y si en “en todas partes se cuecen habas”, intente hallar un solo lugar donde se estén cociendo.

Trate de no “matar dos pájaros con el mismo tiro”, ni siquiera mate uno por favor. Busque “al hombre que vale por dos para prevenirlo de su soberbia”.

Convenza usted a los policías para que “usen la maña y no la fuerza” y a los políticos que acaban enriquecidos hágalos reír con eso de que “el que mal anda…”

Señora mía, “La sarna siempre pica y no da gusto alguno”, “El mal de muchos nos es consuelo para nosotros los tontos” y “El que las hace, por lo común, no las paga”.

“No hay mal que por mal no venga”. Hágame el favor del misterio renunciando al Ministerio.

Señora funcionaria, no crea usted que lamento mucho lo que me dijo ese viernes, en horas de la mañana, cuando yo tenía 12 años y estaba sentado en el fondo del salón de la Bafico. Ese viernes, cuando yo tenía 12 años y usted me dijo: “Yo a tu edad pensaba lo mismo. ¿Pero sabés una cosa? Ya no hay misterios pibe, ya está todo inventado. Ya está todo hecho ¿Qué querés? ¿Inventar la pólvora?”.
Le agradezco señora funcionaria que haya vuelto usted esta noche hasta mi vejez para darme tiempo de inventaciones.

Inventemos la pólvora para no ser ciegos fabulando creencias acerca de lo invisible y no se olvide de llamar para decirnos “¿a qué temperatura se evapora el agua?

Eso sí, si algo la obliga a “dejar para mañana lo que puede hacer hoy”, no renuncie: mañana también se puede. Créame. Aguante un cacho más y escuchará que le cuentan que: “en un instante, mañana, será hoy”.

Sefiní. Salute Fábula. Piretro. A otra cosa Marisopa.





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EDICIÓN CYRANO


Cuentan que el fin del mundo ocurrirá
cuando la razón ilumine el último de los misterios
que han dado sentido a la humanidad.

Dicen que Macedonio Hernández
anda tras esos misterios
que aún resisten en el alma de las ciudades.

Algunos creen que
intenta preservar el mundo de su ocaso.
Otros, que está apurando su final.


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