olvidar y abandonar en babel

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La Construcción de la Confusión
OLVIDAR Y ABANDONAR EN BABEL
Macedonio Hernández 




¿A qué venía yo?

En Babel, "olvidar" y "abandonar" suelen confundirse.

Mas aquello que se predica del “olvido” no debería eclipsar lo “abandonado”.
Pues el olvido admite desgaste y erosión. El olvido puede curarse.
Pero el abandono es, en cambio, irremediable.

En Babel, "olvidar" y "abandonar" suelen confundir.

Dicen que entre el olvido y el recuerdo media el corazón, esa cuerda que re-cuerda.

Y también cuentan que bajo el abandono corren las aguas de la existencia y el tiempo. Y se sabe que estos dos inventos, el ser y el estar, no son reversibles.

Tonces, bajo el dominio de tales imperios, no habrá historia concluida sino historia abandonada. No habrá pensamiento agotado, habrá pensamiento abandonado. Y no hay obra culminada ni camino terminado. Todo se abandona, dramas y caballeros. Todo. Incluso la vida.
Pero el recuerdo del olvido es otra cosa. ¿A qué venía yo?...

Ah, sí. Cuchen ¿Por dónde andarán las historias de ayer?
¿En qué dislocadas alturas de babel habrán quedado Juan Salvador Gaviota, Pajarito Zaguri y el zorzal de Carlitos?

¿Qué fue del Principito, del Rey de Michigan y del Conde Trácula?
¿En qué cajones de escritorios perdidos duermen los vuelos de Lúpin y sueños de Capicúa y Afanancio?

¿Por dónde andarán los que pasaron?

Ha muerto, vieja y olvidada en un asilo, Mary Poppins. ¿Se acuerdan?
Pero ¿sabemos dónde ha naufragado su paraguas volador?
¿Sabemos cuándo murió Caperucita Roja o cuántos hijos llegó a parir Cenicienta después que la encontró el tarado del príncipe?

¿Por dónde andarán las noticias de ayer?

Hubo terremotos y tzunamis. Hubo volcanes y fallidos apocalipsis que ya no importan.
¿Quién nos impone ese presente para que olvidemos el ayer?
¿Quién nos confunde el mañana?

Lo que no es hoy, debe ser olvido, dicen los diarios de Babel para que nada vuelva a pasar por nuestro corazón.

Porque recordar es "volver a pasar por el corazón". ¿Quién dijo eso?

¿Qué habrá sido de los perros que ladran, Sancho?
Y a vos que estás ahí escuchando te pregunto: ¿Cuál era el nombre de tu primer perro? ¿Te acordás?
Recordar es volver a pasar por el corazón.

¿En qué durmientes de vías abandonadas andarán los bosques exterminados del Chaco?
¿Qué fue de aquel árbol que plantamos juntos en la calle Virasoro cuando estábamos en la primaria?

¿Dónde habrá caído la piedra que cargaste en la gomera para asesinar tu primer pájaro?
¿Adónde habrán volado las plumas de la almohada que dieron nido a los sueños de tu infancia?

¿Por dónde andamos los que andamos? ¿A qué venía yo?
Sólo el que busca puede encontrar lo que no busca.

Cierto es que no hay historias concluidas, que hay historias abandonadas.
Cierto es que “todo” tiende a “nada” y que en el detalle está la emoción de existir.
Que cualquier observación del universo resulta ser la irremediable observación de un detalle del universo.
Que sólo percibimos detalles, que todo es ilusión y que la vida es “un libro sin hojas al que le faltan las tapas”.

¿Será por estas cosas, viejo Tolstoi, que nos gusta más ser “pintores de aldea” que “universales”. ¿Será por esto, viejo León?

Y a punto ya de abandonar estos efímeros ensayos de pensamiento, digo: Podemos elegir enfrentar en vano lo inexorable pero también podemos resistir al olvido. Resistirnos a ese olvido al que pretenden someternos ciertas ideologías de Babel y/o, seamos justos, nuestra propia hipocresía.
Está en nos, porque al fin y al cabo, Babel Babel el que lo encuentra es bara él.

Y sefiní. Disculpen las molestias ocasionadas por el uso de palabras. Los dejo en buenas manos.

Macedonio Hernández | Edición Cyrano | Publicación Oral | 07 AGO 2011







B   A   B   E   L   B   A   B   E   L
el que lo encuentra es bara él









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