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La Construcción de la Confusión
EL MURO DE BABEL
Macedonio Hernández
EL MURO DE BABEL
Macedonio Hernández
Güenas y Santas. Bienvenidos a Babel, lugar donde se construye la confusión que impera en el mundo.
Esta noche, dedicaremos pensamiento, a una de las obras arquitectónicas más conocidas de Babel. Me refiero, como ya deben estar imaginando, a la construcción del Muro de Babel.
Hagamos juntos un poco de historia. En Babel, los inventores de Dios afirman que el primer milagro de su creatura fue un muro. Lo primero que hizo Dios en Babel, dicen los cronistas, fue construir un muro. Un muro entre los ricos y los pobres.
Desde entonces, los ricos se acostumbraron a vivir del cielo. Hubo tiempos donde las iglesias recaudaban más que los bancos. Por precaución, estas instituciones, invierten algo de sus reservas en la fabricación de escaleras. Escaleras para llegar al cielo. Por estos artilugios elevan los beneficios recaudados. Para ellos el cielo es una bóveda de seguridad.
Tal vez por esto es que, en Babel, los ricos llaman al muro: “La Torre de Babel”. Para los ricos, el muro es una Torre. Para los pobres de Babel, el muro es un muro. Un muro que se extiende desde el horizonte más diestro hasta el horizonte más siniestro.
Para los pobres, también, el muro es un camino. Por eso en Babel hay dos estrategias para llegar al cielo. Si usted es rico, sube escaleras. Si usted es pobre, camina hasta el horizonte. Pues el horizonte es el lugar donde se juntan el cielo y la tierra. Pero los muros confunden a la gente.
Veamos juntos un poco de la historia que fabulan los libros acerca de muros y accidentes. Los libros cuentan…
…que allá por el año 1521, Hernán Cortés dio comienzo al sitio de Tenochtitlán con 1.000 españoles y cerca de 100.000 indios aliados. Dicen que el 13 de agosto de 1521 la ciudad cae, arrasada por el hambre y la epidemia de viruela que asolaba a sus habitantes. El 13 de agosto de 1521, sucumben los muros de Tenochtitlán y la ciudad cae, definitivamente, en manos de los españoles. Y de su dios.
Por esos extraños accidentes del destino, accidentes que nuestra ignorancia suele llamar azar, hubo otro 13 de agosto. Mire usté lo que son las casualidades.
En las primeras horas del domingo 13 de agosto de 1961 se inicia la construcción del muro de Berlín. Un 13 de agosto, pero de 1961, en la frontera oeste de la ciudad de Berlín, se instalan las primeras barreras y son arrancados los adoquines de las calles.
Los muros confunden a la gente. Parece verdad. Pues hay muchas verdades…
En Babel, se dice que los muros dividen a la gente. Pero de un lado y del otro de sus piedras, la gente escribe las mismas cosas.
En Babel, cuando se construyó el Muro, todo el mundo quería pasar al otro lado. Cuando al fin fue derribado, cada cual se quedó en su lugar.
En Babel, espantado por la realidad, el Ministro de Seguridad de la Nación construyó un muro frente a su casa. Desde entonces, ya no puede entrar en ella.
El bien y el mal, estigmados míos, no son atributos del muro. Los muros no son ni buenos ni malos. Un muro es un muro. El bien y el mal imperan en los hombres que lo construyen y en los hombres que lo derriban.
Se sabe de ciertas personas que aborrecen el Muro de Berlín y que, al mismo tiempo, idolatran La Muralla de Nicolás Guillén.
Los muros confunden a la gente. Desde el principio…
Y desde entonces surge aquel viejo dilema ¿Qué fue primero? ¿Qué fue primero? pregunta el huevo a la gallina. ¿Qué fue primero, el muro o la puerta?
Lo ignoro. Pero se ha dicho que el problema no es la ignorancia. El problema es ignorar la ignorancia.
Entonces… ¿Qué fue primero? pregunta el huevo a la gallina. ¿Qué fue primero, el muro o la puerta?
Alguna vez, Roberto Juarroz, intentó su respuesta al escribirnos…
“Dibujaba ventanas en todas partes.
En los muros demasiado altos,
en los muros demasiado bajos,
en las paredes obtusas, en los rincones,
en el aire y hasta en los techos.
Dibujaba ventanas como si dibujara pájaros.
En el piso, en las noches,
en las miradas palpablemente sordas,
en los alrededores de la muerte,
en las tumbas, los árboles.
Dibujaba ventanas hasta en las puertas.
Pero nunca dibujó una puerta.
No quería entrar ni salir.
Sabía que no se puede.
Solamente quería ver: ver.
Dibujaba ventanas.
En todas partes”.
Y sefiní por esta noche.
Disculpen ustedes las molestias ocasionadas por el acto de mis palabras.
Los dejo ahora, en buenas manos
Esta noche, dedicaremos pensamiento, a una de las obras arquitectónicas más conocidas de Babel. Me refiero, como ya deben estar imaginando, a la construcción del Muro de Babel.
Hagamos juntos un poco de historia. En Babel, los inventores de Dios afirman que el primer milagro de su creatura fue un muro. Lo primero que hizo Dios en Babel, dicen los cronistas, fue construir un muro. Un muro entre los ricos y los pobres.
Desde entonces, los ricos se acostumbraron a vivir del cielo. Hubo tiempos donde las iglesias recaudaban más que los bancos. Por precaución, estas instituciones, invierten algo de sus reservas en la fabricación de escaleras. Escaleras para llegar al cielo. Por estos artilugios elevan los beneficios recaudados. Para ellos el cielo es una bóveda de seguridad.
Tal vez por esto es que, en Babel, los ricos llaman al muro: “La Torre de Babel”. Para los ricos, el muro es una Torre. Para los pobres de Babel, el muro es un muro. Un muro que se extiende desde el horizonte más diestro hasta el horizonte más siniestro.
Para los pobres, también, el muro es un camino. Por eso en Babel hay dos estrategias para llegar al cielo. Si usted es rico, sube escaleras. Si usted es pobre, camina hasta el horizonte. Pues el horizonte es el lugar donde se juntan el cielo y la tierra. Pero los muros confunden a la gente.
Veamos juntos un poco de la historia que fabulan los libros acerca de muros y accidentes. Los libros cuentan…
…que allá por el año 1521, Hernán Cortés dio comienzo al sitio de Tenochtitlán con 1.000 españoles y cerca de 100.000 indios aliados. Dicen que el 13 de agosto de 1521 la ciudad cae, arrasada por el hambre y la epidemia de viruela que asolaba a sus habitantes. El 13 de agosto de 1521, sucumben los muros de Tenochtitlán y la ciudad cae, definitivamente, en manos de los españoles. Y de su dios.
Por esos extraños accidentes del destino, accidentes que nuestra ignorancia suele llamar azar, hubo otro 13 de agosto. Mire usté lo que son las casualidades.
En las primeras horas del domingo 13 de agosto de 1961 se inicia la construcción del muro de Berlín. Un 13 de agosto, pero de 1961, en la frontera oeste de la ciudad de Berlín, se instalan las primeras barreras y son arrancados los adoquines de las calles.
Los muros confunden a la gente. Parece verdad. Pues hay muchas verdades…
En Babel, se dice que los muros dividen a la gente. Pero de un lado y del otro de sus piedras, la gente escribe las mismas cosas.
En Babel, cuando se construyó el Muro, todo el mundo quería pasar al otro lado. Cuando al fin fue derribado, cada cual se quedó en su lugar.
En Babel, espantado por la realidad, el Ministro de Seguridad de la Nación construyó un muro frente a su casa. Desde entonces, ya no puede entrar en ella.
El bien y el mal, estigmados míos, no son atributos del muro. Los muros no son ni buenos ni malos. Un muro es un muro. El bien y el mal imperan en los hombres que lo construyen y en los hombres que lo derriban.
Se sabe de ciertas personas que aborrecen el Muro de Berlín y que, al mismo tiempo, idolatran La Muralla de Nicolás Guillén.
Los muros confunden a la gente. Desde el principio…
Y desde entonces surge aquel viejo dilema ¿Qué fue primero? ¿Qué fue primero? pregunta el huevo a la gallina. ¿Qué fue primero, el muro o la puerta?
Lo ignoro. Pero se ha dicho que el problema no es la ignorancia. El problema es ignorar la ignorancia.
Entonces… ¿Qué fue primero? pregunta el huevo a la gallina. ¿Qué fue primero, el muro o la puerta?
Alguna vez, Roberto Juarroz, intentó su respuesta al escribirnos…
“Dibujaba ventanas en todas partes.
En los muros demasiado altos,
en los muros demasiado bajos,
en las paredes obtusas, en los rincones,
en el aire y hasta en los techos.
Dibujaba ventanas como si dibujara pájaros.
En el piso, en las noches,
en las miradas palpablemente sordas,
en los alrededores de la muerte,
en las tumbas, los árboles.
Dibujaba ventanas hasta en las puertas.
Pero nunca dibujó una puerta.
No quería entrar ni salir.
Sabía que no se puede.
Solamente quería ver: ver.
Dibujaba ventanas.
En todas partes”.
Y sefiní por esta noche.
Disculpen ustedes las molestias ocasionadas por el acto de mis palabras.
Los dejo ahora, en buenas manos
Macedonio Hernández | Edición Cyrano | Publicación Oral
B A B E L B A B E L
el que lo encuentra es bara él
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