TEATRO DE CUENTOS / ACTO XXXV
¿Qué islas llevar a un libro desierto?
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Escena 22
"LOS HOMBRES BUENOS Y EL MAL"
Thomas Moro Simpson y Diógenes Hozté
Pasadyescuchadporplis
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click en la foto para Huxley + Russell
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PALABRASCRUZADAS
[Cruce, si quiere: algunas palabras son puentes]
LOS HOMBRES BUENOS Y EL MAL
Thomas Moro Simpson / Diógenes Hozté
Esta noche no viene fácil. Vamos a comenzar preguntando al aire: Aquellos que navegamos el éter radiofónico, ¿somos eternautas?
Bien. Esta noche no viene fácil queridos eternautas, vamos a intentar ahora dos ejercicios infrecuentes: escuchar y pensar. Y como dudo de mis atributos, convoco a los vuestros para sustentarme.
Estigmados míos, he dejado ya, apoyada en el tronco de un sauce llorón, la monocicleta de viajes. Estoy movileando desde el incierto final de la calle Italia, en el borde mismo de la barranca a cuyos pies discurre el Río Paranada. Mi mochila contiene un inventario de libros que hablan del mundo y de los hombres.
Fragmentos de la voz de estos libros atraviesan mi espíritu, efímeras palabras se instalan cardinales en derredor de este falso abismo de tierra y definen el tema de esta noche. Y como definir es "distinguir el bien del mal" a tal conjetura me someto.
En el registro de los inventos humanos, el Mal ocupa un lugar de privilegio. Y de los incontables actos de escritura que compilan la historia del Mal, esta noche vamos a considerar los que devienen del lema "los hombres buenos que enfrentan al Mal".
Oyentes de alma cyrana, si están en condiciones de ocio mental y pueden destinar un leve instante de atención a mi decir, diré entonces lo que a continuación os digo:
Existe un libro intitulado "Dios, el mamboretá y la mosca" donde el escritor argentino Thomas Moro Simpson recuerda una frase de Huxley que lo impresionó mucho. Es ésta: "Ningún hombre bueno puede concentrar impunemente su atención en el mal. El hecho de estar más contra el demonio que a favor de Dios es en extremo peligroso". A estos hombres llamó Huxley "cristianos negativos". Para ellos “el demonio es incomparablemente más real que Dios", están fascinados por el mal; ya no tienen valores positivos que defender, porque el enemigo se ha instalado en sus corazones. Estos hombres buenos no luchan a favor de Dios sino sólo contra el demonio. Y termina su idea Don Thomas: Esta expresión, "cristiano negativo", puede generalizarse: tendremos así al "hombre negativo" de cualquier ideología.
Respiren un poco antes de pasar al segundo libro.
Sigamos.
Hay hombres que, por propia soberbia, se adueñan de la bondad para fundar imperios.
Y a lo largo del tiempo, sus imperios totalitarios repiten estrategias de conquista: tras decidir qué lugar del universo van a invadir, inventan la presencia del Mal en esos dominios y entonces lanzan sus cruzadas fundamentalistas amparadas, siempre, en el mandato de un Dios contra algún otro dios.
Esta idea, la de inventar el Mal en un lugar para justificar sus planes de invasión, es tratada en la obra "Éxodos masivos alrededor de uno mismo" producida por el escritor nonato de estas pampas Diógenes Hozté. Para concluir mi gesto movilero, recitaré a ustedes la breve fabulación contenida en dicho textículo que lleva por título el conocido artilugio: "Efecto mariposa". A saber:
Agraciadas por los informes del servicio meteorológico satelital, las hordas del Imperio Democrático del Norte descargan toneladas de plaguicida sobre el lejano Oriente.
"Ya no quedan mariposas aleteando en Pekín", celebra en reunión plenaria el Consejo de Seguridad Global.
Igual, y pese a tamaña cruzada, continúan los tornados en Texas y oscuras sombras de acero desgarrado aún desfiguran el cielo en Nueva York.
Pero ya no hay mariposas aleteando en Pekín.
Entretanto, allá, los sobrevivientes orientales siguen diciendo lo que nadie parece escuchar: "Nunca hubo, nunca hubo mariposas en Pekín".
En fin. Hoy no intento conclusiones. Esta noche los invité a llegar a esta barranca, bajo la noche enramada en este sauce; esta noche los invito a continuar el inventario de voces que hablan acerca del devenir humano en los ríos del universo fabulario.
Un saludo, una reverencia.
Me llamo Hernández, digo
Macedonio Hernández.
Y esto, es un decir.
febrero 2009
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