La Biblioteca Fabularia
TEATRO DE CUENTOS / ACTO XXXVI
Crónicas por la ciudad de la Rosa y del Río
Escena 11
MACEDONIO HERNÁNDEZ
Y EL CRIPTÓGRAFO
TEATRO DE CUENTOS / ACTO XXXVI
Crónicas por la ciudad de la Rosa y del Río
Escena 11
MACEDONIO HERNÁNDEZ
Y EL CRIPTÓGRAFO
pasadyescuchadporplis
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EDICIÓN CYRANO
[DOMINGO 09 DE AGOSTO DE 2009]
¿Qué leves ánimas pueblan la noche del domingo?
¿Qué amores redimidos buscan refugio en las plazas desiertas?
¿Quiénes, en los abismos de una calle, fabulan lo que no ha sido?
¿Dónde se reúnen los sueños huérfanos de soñadores?
Cuando algunos domingos precipitan hacia el centro de la noche,
Macedonio Hernández mueve el alma de sus pasos
y regresa para contarnos…
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MACEDONIO Y EL CRIPTÓGRAFO
Otra apología para León Battista de Alberdi
Aquí Macedonio Hernández… ¿allá ustedes?
Composición de Lugar: Ciudad de la Rosa y el Río, Barrio Alberdi, Calle Apóstoles, Placita, ¿hora…?
Estigmados míos, digan ustedes ¿Qué hora es?
El movilero cyrano se constituye en este arrabal urbano a efectos de recordar a un ilustre vecino del barrio que supo ser, en la extensa definición de su vida, uno de los criptógrafos más famosos del mundo. Estigmados míos, honor y gratitud, unamos oídos para recordar esta noche a León Battista de Barrio Alberdi.
Bien, León Battista fue un afamado criptógrafo. Los criptógrafos son tipos que, según los coleccionistas de dicciones, practican el arte de escribir con clave secreta o de un modo enigmático.
Ahora bien, si el criptógrafo es el tipo que encripta, que oculta grafías en un escrito, hay también otro tipo que desencripta estas grafías. Y es en esta dialéctica donde radica un axioma de la criptografía universal: “El que encripta no desencripta pues, si el que encripta desencripta acabará encriptado”.
Este es el mal del encriptado y, quien lo padece, cree que toda escritura es una trama por la que circulan ocultos mensajes y que, al fin, el único propósito en esta vida se reduce a desentrañar enigmas cual gallinas que iluminan el augurio de los augures del César. Entonces, el criptógrafo no sólo desatiende su labores profesionales, sino que irrumpe sobre el mundo cual lunático que busca arcanos trascendentes de orden cósmico hasta en los resultados de la quiniela.
Y si bien nuestro León Battista de Barrio Alberdi fue de los más grandes encriptadores dos veces padeció este mal; la primera, coincide con su ingreso al mundo de la criptografía y la segunda, con su abandono definitivo de este mundo.
Escúchense ahora algunas premisas previas a las misas.
Cuando joven, León Battista fue monaguillo en una iglesia de barrio Belgrano. Su preceptor, quien lo sometía a la educación de su biblioteca, no dejaba de repetirle “León, los arcanos de la creación están escritos en el libro del universo y cada hoja de este libro tiene tres páginas. Hojas de tres páginas. Una hoja de tres caras, como las monedas de Babel. La mayoría de la gente apenas percibe dos y llegará el día en que apenas puedan leer hojas de una faz en pantallas de computadora. Lo oculto se cifra en la tercera página de cada hoja”.
El universo, esa falaz imagen de Babel, está escrito en hojas de tres caras.
Encontrar la tercera página de cada hoja hizo que el joven León Battista se lanzara sobre los libros compilados en la biblioteca de su preceptor, particularmente en La Biblia. Enfermo de encriptamiento, Battista llegó a postular que Adán y Eva eran las palabras clave que Darwin usó para formular su teoría evolucionista.
No es momento para detenernos en aquella anécdota, solo diré que su tutor espiritual curó a escobazo limpio los yerros conceptuales de nuestro hombre.
De ahí en más la vida de León Battista de Alberdi fue un armónico y exitoso tránsito por los oficios del criptógrafo. Supo entender que Eva es un ave, que Adán es nada y que no son poetas los que viven del verso.
Pero el mal acecha enmascarado al final de las palabras: hace una semana, León interceptó un mensaje cifrado en el que se pautaba un atentado contra la vida de una persona. El atentado planeado era contra él.
Battista probó entonces todos los procedimientos de desciframiento en ese texto, analizó cada palabra, cada letra, cada punto de tinta de cada letra, cada relación cromática entre la tinta y las fibras del papel. Y no pudo descifrar el mensaje oculto en el mensaje.
La moneda de Babel lo arrinconó en el mismo sinsentido que obra en nosotros por estos días: cual Narcisos desencajados imponemos significado y contenido a textos que no leemos. Ya somos incapaces de ver el mensaje que nos llega. Ya hemos dejado de leer lo que vemos para imponer el ciego monólogo de nuestra cripta.
En fin. Hay noches en las que me gustaría ser un movilero de prensa y llegar, como los medios de masivos de difusión, sin compromiso alguno, siempre después de los hechos para propagar noticias del pasado.
Veamos, oyentes de alma cyrana, la imagen desencaja de estos Narcisos: los diarios de esta aldea noticiarán mañana que León Battista fue asesinado, en esta placita de Alberdi, la noche del domingo 9 de agosto de 2009, a la hora 23:45.
Pero no soy movilero de prensa y propaganda de mercado. ¿Comprenden ustedes? León Battista, el gran critógrafo, será asesinado porque no pudo descubrir qué mensaje se ocultaba en el mensaje interceptado, el mismo que tengo ahora en mis manos y que dice:
León Battista será asesinado, en una placita de Alberdi, la noche del domingo 9 de agosto de 2009, a la hora 23:45.
Estigmados míos, digan ustedes ¿qué hora es?
Me voy entonces, a escribir la vida o la muerte de un hombre.
Un saludo
Una reverencia
Me llamo Hernández, digo, Macedonio Hernández.
Y esto es un decir.
Otra apología para León Battista de Alberdi
Aquí Macedonio Hernández… ¿allá ustedes?
Composición de Lugar: Ciudad de la Rosa y el Río, Barrio Alberdi, Calle Apóstoles, Placita, ¿hora…?
Estigmados míos, digan ustedes ¿Qué hora es?
El movilero cyrano se constituye en este arrabal urbano a efectos de recordar a un ilustre vecino del barrio que supo ser, en la extensa definición de su vida, uno de los criptógrafos más famosos del mundo. Estigmados míos, honor y gratitud, unamos oídos para recordar esta noche a León Battista de Barrio Alberdi.
Bien, León Battista fue un afamado criptógrafo. Los criptógrafos son tipos que, según los coleccionistas de dicciones, practican el arte de escribir con clave secreta o de un modo enigmático.
Ahora bien, si el criptógrafo es el tipo que encripta, que oculta grafías en un escrito, hay también otro tipo que desencripta estas grafías. Y es en esta dialéctica donde radica un axioma de la criptografía universal: “El que encripta no desencripta pues, si el que encripta desencripta acabará encriptado”.
Este es el mal del encriptado y, quien lo padece, cree que toda escritura es una trama por la que circulan ocultos mensajes y que, al fin, el único propósito en esta vida se reduce a desentrañar enigmas cual gallinas que iluminan el augurio de los augures del César. Entonces, el criptógrafo no sólo desatiende su labores profesionales, sino que irrumpe sobre el mundo cual lunático que busca arcanos trascendentes de orden cósmico hasta en los resultados de la quiniela.
Y si bien nuestro León Battista de Barrio Alberdi fue de los más grandes encriptadores dos veces padeció este mal; la primera, coincide con su ingreso al mundo de la criptografía y la segunda, con su abandono definitivo de este mundo.
Escúchense ahora algunas premisas previas a las misas.
Cuando joven, León Battista fue monaguillo en una iglesia de barrio Belgrano. Su preceptor, quien lo sometía a la educación de su biblioteca, no dejaba de repetirle “León, los arcanos de la creación están escritos en el libro del universo y cada hoja de este libro tiene tres páginas. Hojas de tres páginas. Una hoja de tres caras, como las monedas de Babel. La mayoría de la gente apenas percibe dos y llegará el día en que apenas puedan leer hojas de una faz en pantallas de computadora. Lo oculto se cifra en la tercera página de cada hoja”.
El universo, esa falaz imagen de Babel, está escrito en hojas de tres caras.
Encontrar la tercera página de cada hoja hizo que el joven León Battista se lanzara sobre los libros compilados en la biblioteca de su preceptor, particularmente en La Biblia. Enfermo de encriptamiento, Battista llegó a postular que Adán y Eva eran las palabras clave que Darwin usó para formular su teoría evolucionista.
No es momento para detenernos en aquella anécdota, solo diré que su tutor espiritual curó a escobazo limpio los yerros conceptuales de nuestro hombre.
De ahí en más la vida de León Battista de Alberdi fue un armónico y exitoso tránsito por los oficios del criptógrafo. Supo entender que Eva es un ave, que Adán es nada y que no son poetas los que viven del verso.
Pero el mal acecha enmascarado al final de las palabras: hace una semana, León interceptó un mensaje cifrado en el que se pautaba un atentado contra la vida de una persona. El atentado planeado era contra él.
Battista probó entonces todos los procedimientos de desciframiento en ese texto, analizó cada palabra, cada letra, cada punto de tinta de cada letra, cada relación cromática entre la tinta y las fibras del papel. Y no pudo descifrar el mensaje oculto en el mensaje.
La moneda de Babel lo arrinconó en el mismo sinsentido que obra en nosotros por estos días: cual Narcisos desencajados imponemos significado y contenido a textos que no leemos. Ya somos incapaces de ver el mensaje que nos llega. Ya hemos dejado de leer lo que vemos para imponer el ciego monólogo de nuestra cripta.
En fin. Hay noches en las que me gustaría ser un movilero de prensa y llegar, como los medios de masivos de difusión, sin compromiso alguno, siempre después de los hechos para propagar noticias del pasado.
Veamos, oyentes de alma cyrana, la imagen desencaja de estos Narcisos: los diarios de esta aldea noticiarán mañana que León Battista fue asesinado, en esta placita de Alberdi, la noche del domingo 9 de agosto de 2009, a la hora 23:45.
Pero no soy movilero de prensa y propaganda de mercado. ¿Comprenden ustedes? León Battista, el gran critógrafo, será asesinado porque no pudo descubrir qué mensaje se ocultaba en el mensaje interceptado, el mismo que tengo ahora en mis manos y que dice:
León Battista será asesinado, en una placita de Alberdi, la noche del domingo 9 de agosto de 2009, a la hora 23:45.
Estigmados míos, digan ustedes ¿qué hora es?
Me voy entonces, a escribir la vida o la muerte de un hombre.
Un saludo
Una reverencia
Me llamo Hernández, digo, Macedonio Hernández.
Y esto es un decir.
EDICIÓN CYRANO
[DOMINGO 09 DE AGOSTO DE 2009]
¿Qué leves ánimas pueblan la noche del domingo?
¿Qué amores redimidos buscan refugio en las plazas desiertas?
¿Quiénes, en los abismos de una calle, fabulan lo que no ha sido?
¿Dónde se reúnen los sueños huérfanos de soñadores?
Cuando algunos domingos precipitan hacia el centro de la noche,
Macedonio Hernández mueve el alma de sus pasos
y regresa para contarnos…
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