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La Biblioteca Fabularia
TEATRO DE CUENTOS / ACTO 44 / ESCENA 3
Misterios, Tusterios, Nuestrosterios
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UN MISTERIO EN PLAZA DUMONT
Confabulador: Javier Varela
Confabulador: Javier Varela
Dicen que una ciudad sin misterios es un páramo sembrado de almas marchitas, de espíritus con sueño atrofiado. Dicen que una ciudad sin misterios es un rebaño de consumidores que asisten a los templos del shooping a comprar ilusiones de mercado.
Pero hay resistidores. Hay resistidores entre los oyentes y lectores de este micro. Y están, entonces, los que colectan misterios para sostener las antologías del ánima urbana.
Siguiendo este rosario de porfías, damos la bienvenida a un escucha de Edición Cyrano: me refiero, estigmados míos, al señor Javier Varela.
Damos esta noche palabra al misterio que el amigo Javier nos ha contado.
Damos esta noche tiempo al Misterio de Plaza Dumont.
Por eso este movilero salta al éter radial desde la mismísima plaza Dumont, a la vera de un farol de inciertas penumbras, para citar el relato de Varela.
Pongan oídos en marcha porque…
“En algunas noches sólo conocidas por los poetas y a una hora determinada, las novias que pasan por la esquina de José Hernández y Artigas, de repente, besan con pasión a su novio y al instante lo abandonan sin dar explicación.... Yo lo sé, nos dice Varela, porque esto me ha sucedido.
Pero atención que hay más: pues dicen que en la plaza Santos Dumont, en una noche que se repite en ciclos irregulares, esas mismas novias regresan y, besando con pasión, continúan como si nada hubiese ocurrido.
Y el amigo Javier concluye, en labios de una confesión, diciendo : Hace años que voy a la plaza y sigo esperando...”
Bien señores ¿Qué les parece el misterio formulado por este buen oyente de alma cyrana?
Buen oyente ¡Las petunias!
Escuche Varela, porque sé que está escuchando. Usted es un cronista falaz, un malandrín del verso. Varela, lo hemos mandado a seguir durante quince días. Por quince días acosamos su andar por las banquinas del misterio. Y lo hemos visto merodear la noche en la esquina de José Hernández y Artigas, lo hemos descubierto atrincherado sobre el puente del Ludueña.
Lo acechamos también, en el atardecer de los martes y los jueves, esos días que los enamorados eligen para paseos románticos por las escalinatas de plaza Dumont. Y hemos observado, Varela, su encuentro con las novias dispuestas a desaparecer.
Es esa la trama de su acto, Varela. Sí… usted confabula con las novias del barrio. Usted ofrece servicios a esas damas que, deseosas por saber si su amor es correspondido, lo contratan para simular misteriosas desapariciones.
Porque esas damas falsifican desvanecimientos espaciales. Y usted Varela, las acompaña y protege. Y juntos vigilan las reacciones del enamorado de turno. Y apunta notas para saber si el tipo cae en los abismos del desconsuelo o celebra en bares y puteríos la ausencia de su amada.
Usted, Varela, confirma si el amor de esos hombres es verdadero o si se trata, apenas, de una relación circunstancial seguida de indecorosas intenciones.
Entonces, si los padecimientos del enamorado revelan su pasión, construye la puesta en escena del reencuentro. Lo hemos visto Varela. Lo hemos visto.
Y lo seguimos investigando Varela. Todavía no distinguimos si usted ha caído en las redes del fraude o si la espera de su enamorada en la plaza Dumont es fidedigna.
Pero sí damos fe de aquello que sucede a las novias que comprueban que su hombre las engatusa. Hemos visto, Varela, el modo en que usted acompaña a esas mujeres despechadas hasta la desembocadura del Ludueña. Hemos visto el bote al que las sube, hemos visto su gesto de despedida cuando las entrega a la corriente del río. Hemos visto, Varela, a las novias del desconsuelo caer en brazos del Paraná, llevadas por la corriente hacia los imperios de la noche de islas. Pero el lugar del destino de esas mujeres es ya otro misterio. Otro misterio que usted Varela, o algún otro oyente de alma cyrana, bien podrá escribir en las hojas del futuro.
Porque dicen que dicen que en muchas ocasiones, es lo que cuentan los hombres lo que sostiene al mundo en su deriva. Y parece que esto es verdad, al menos, por esta noche.
Bien, señores cyranos, ya es momento para que Macedonio Hernández busque otra encrucijada y fugue.
Entonces, Macedonio fuga: fuga y misterio.
Un saludo, una reverencia.
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[DOMINGO 09 DE MAYO DE 2010]
Cuentan que el fin del mundo ocurrirá
cuando la razón ilumine el último de los misterios
que han dado sentido a la humanidad.
Dicen que Macedonio Hernández
anda tras esos misterios
anda tras esos misterios
que aún resisten en el alma de las ciudades.
Algunos creen que
intenta preservar el mundo de su ocaso.
intenta preservar el mundo de su ocaso.
Otros, que está apurando su final.
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