MICROMISTERIOS / 3

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UniF
La Biblioteca Fabularia
TEATRO DE CUENTOS / ACTO 44 / ESCENA 4
Misterios, Tusterios, Nuestrosterios

MISTERIO DE LAS 12 VELAS
 


pasadyescuchadporplis



MISTERIO DE LAS 12 VELAS
Celebración de los 600 programas
de Edición Cyrano


Buenas noches, paso a dar parte del Parte Micrológico: El tipo, que viene siendo este Macedonio Hernández, llega hace un rato a esta Colonia de Oliveros buscando reunión con sus camaradas lunáticos del Pabellón de los Misterios.

Entonces… el tipo, atraviesa la pared (dado que el cobertizo carece de puertas) y queda inmerso en la oscuridad. “Epa”, digo, “reina la oscuridad reina”. Cuando los ojos se me acostumbran a tal paradigma sensorial intuyo luz en los fondos del pabellón. Entonces el tipo camina evitando una mar de confusos objetos desmayados sobre el piso hasta llegar a una mesa sobre la cual se yerguen encendidas 12 velas. Y en derredor de esa mesa y de las 12 velas, cual espectros latentes, once lunáticos ocupan sillas de mimbre. Y hay una silla número 12, vacía, reservada para quien les habla.

Debo decir que cierto espanto comienza a reptar por mi espalda cuando adivino que la escena parece estar dispuesta para recrear aquel terrible misterio de las 12 velas. Porque si hay misterios tremebundos, oyentes de alma cyrana, el de las 12 velas se lleva todos los méritos.

Entonces, hablo, y pregunto a los compañeros de Colonia: ¿Están nuestras almas dispuestas a cargar las consecuencias de este misterio? ¿Debe ser ésta la noche?

Los lunáticos me observan en silencio, cierta duda brota en las banquinas de sus caras.

Entonces… hablo: “¿Quién, quién de nosotros osará iniciar el ritual de las doce velas? ¿Quién tendrá el coraje suficiente para enfrentar a las fuerzas del infierno que han de ser convocadas?

Y callo para escuchar. Los lunáticos parecen dormidos. Hasta que uno de ellos, el rengo Benedicto Espinosa, abre sus ojos; despereza sus músculos y toma la palabra: “Macedonio”, me dice, “detenga usted su discurso mefistofélico que está errando el camino. Pues no será ésta la noche donde el ritual del averno nos ponga a prueba. Macedonio, querido hermano lunático, la condición de sombras en la que estamos deviene de otros imperios: Nos cortaron la luz por falta de pago”.

Ahhh… Saltan los grillos de la colonia, huyen los sapos y los escuerzos… ¡Mandinga y la cruz, nos cortaron la luz! Nos han cortado la luz por falta de pago. Mandinga el dueño de la luz, luciferes de la EPE que los repatrió.

Entonces, el rengo, corta mi rosario de insultos por venir y enuncia, con voz ceremonial: “Pero el infortunio económico no nos quita razones de encuentro, Macedonio. Las doce velas no son esta noche pa’l ejercicio del misterio sino pa’l ejercicio del festejo. Las 12 velas son pa’celebrar los doce años de Edición Cyrano. Y ahí nomás de una punta de la mesa se desparraman los vasos del boliche, de la otra punta emergen negras botellas de tinto borgoña. Y se llenan las copas pa’brindar, desde este Pabellón de los Misterios, acá en la Colonia de Oliveros, por un nuevo aniversario del Programa.

Eso sí, compañeros lunáticos, que a nadie se le dé por soplar las doce velas: la oscuridad me da un poco de cosita pánico.
A ver Benedicto, me rellena este vaso plis… Angora sí.

Estigmado señor Leto, estigmado señor Serenelli, estigmados todos: a vuestra salud.
Misterios, son vuestros terios.
Salute fábula.




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EDICIÓN CYRANO
[DOMINGO 23 DE MAYO DE 2010] 

Cuentan que el fin del mundo ocurrirá
cuando la razón ilumine el último de los misterios
que han dado sentido a la humanidad.

Dicen que Macedonio Hernández
anda tras esos misterios
que aún resisten en el alma de las ciudades.

Algunos creen que
intenta preservar el mundo de su ocaso.
Otros, que está apurando su final.


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2 comentarios:

D.R.Mourelle dijo...

Que los cumpla felices !!!

néstor dijo...

Carajo, che! me encontraba en pleno rapto metafísico y usté me interpone el jodido dato empírico: nos cortaron la luz! Vaya manera de oscurecer la ficción.

Levanto mi mate amargo, con yerba de ayer (del bicentenario, digo), pa´ celebrar la docena, y las que vendrán.

abrazo.